Cuadernos del Tábano Nº 13

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c u a d e r n o s d e l Revista trimestral de literatura Año IV Nº13 2’50 € a Entrevista a Antonio Gamoneda premio cervantes de literatura 2006 Ediciones del Tábano c/Pozo 94 (bajo), Alicante c.p.03004 e-mail: editabano@hotmail.com INDICE Editorial _________________________________________________ pág. 1 Poesía _________________________________________ _________ págs. 2-8 Ensayo __________________________________________________ págs. 9-11 Reseñas _________________________________________________ págs. 13-18 El Sótano: Antonio Gamoneda ________________________________ págs. 19-25 La tirada inicial de este número es limitada: guarde celosamente su ejemplar, en el futuro será pieza de coleccionista. Redacción: Nelo Curti, Juanma Agulles, Paco Alonso, Quirón Herrador, , Sebastián Miras, Pedro Coiro, David Barber, y Alfonso Rodríguez. Ilustración portada: Bent Christiansen Ilustraciones interior: Germán Yujnovsky, Leo Sarralde (SAR), Quirón Herrador, Giorgio Il Barbone, Gonzalo Nuñez y Romina Carrara. Servicios de inteligencia: Boris Garcés Maquetación y diseño: Maricarmen Grau y Nadia Yujnovsky Colabora en este número: Mónika Gónzalez Ortega Edita:A.J. «El tábano» Depósito Legal: A-571-2004 ISSN: 1698-4706 Imprime: CEE Limencop S.L. Las posibles colaboraciones deberán ser enviadas a editabano@hotmail.com, en formato word o a la dirección postal C/ del Pozo, 94 (bajo). 03004 Alicante Cuadernos del Tábano es una revista independiente. Y, ¿ qué quiere decir eso exactamente?, se preguntará alguien. Pues quiere decir que no respondemos a ningún interés comercial o editorial y que cualquier colaboración en este sentido (venga desde el ámbito público o privado), será exclusivamente como aportación desinteresada al desarrollo de nuestro proyecto. Y punto. Editorial Aquí habrá que aclarar lo siguiente: pasar a la próxima página carece de utilidad y sería un ejercicio tan práctico como el de rozarse la nariz con la lengua. Sin faltar al dudoso criterio del lector, en la más acrobática imaginación no podría comprenderse semejante pérdida de tiempo. Ahora, si es usted un jugador furtivo, la clave de esta martingala puede resultar interesante. Nos atrajo algo de Antonio y poco después lo sentenciaron al Cervantes. Una muchacha un tanto más joven disipó cualquier catástrofe prestándonos sus versos. Unos ejemplares decidieron visitar el otro lado del mar, otros: tierras provincianas. Así se fue resolviendo este número; la solución no está en ninguna página, las erratas son pura correspondencia con la realidad. poesía El viejo mandato que tiene la poesía no es otro que el de desobedecer la costumbre. En ese sentido, queridos maestros, quiero sumarme a ese sentimiento de horror que alguien formuló con respecto al supuesto regreso a la métrica. A mí no sólo me sorprendería, sino que me produciría el vértigo moral de la decadencia. La poesía es un lenguaje al norte del porvenir, es una lengua extranjera que se ha dado cuenta hace mucho tiempo de que el sistema métrico decimal es insuficiente para dar cuenta de lo misterioso. La poesía contemporánea ha abandonado definitivamente el Olimpo donde los dioses cuentan con las manos, las vacas han dejado de ser sagradas, y afortunadamente los poetas ya no somos tan pequeños. Juan Carlos Mestre página 2 poesía Impresiones, por Nelo Curti 1 París es un río que se mueve -no digo que escape ni retornenomás que fluye a ambos lados de otro río de agua oscura y puentes en la niebla. Ciertos días la Historia sólo atiende por la tarde y los barrios amanecen con olor a ropa sucia y reflejos de cartón; es la hora en que todo se revuelve y el tipo que rompió los calendarios deja mirarse por la prisa, cuando las pisadas se salpican con el cielo de los charcos. Muros que se mueven -sin búsqueda, sin fugasy cuerpos digeridos por un látigo de acero. Eso y Notre Dame mirándose las canas en el otro río de agua seria, por donde resbalan barcas y el invierno baja a llenarse los pulmones. Calles que tropiezan y gente que también y a veces un pájaro distraído en la barba de algún héroe. Color de trapo, ausencia, juego, lluvia en las palabras y la brasa de un cigarro calentando el mediodía. Tal vez algo resista -un trozo de papel, crujidos de botellaspero el ruido no se duerme a las orillas del otro río, y nadie sabe si mañana no habrá que preguntar por Monparnasse en los suburbios. página 3 poesía 2 Por un momento dan ganas de gritar "Padre, por qué me has abandonado", y maldecir el gesto tibio de los Santos. Pensando en la botella medio vacía del bolsillo abrir la boca para mostrarle a la ausencia de los dioses nuestro olvido, adelantar la lengua hacia el silencio y dibujarle un agujero. Queda algo de tabaco y aunque afuera seguramente esté lloviendo viene bien saber que debajo de los puentes cabe un cigarrillo. Dan ganas de gritar, es cierto, pero detrás está la puerta y al otro lado un acertijo. La busco con los ojos -como si ya hubiese encontrado el abrazo de los Santos- y retrocedo. Un invierno gordo se desploma sobre los sombreros, las súplicas, el aire, alimentando la pulsación de brea que sostiene todo esto. En las bocacalles esperan las puntas de cuatro ovillos y elegir del que tirar es tan fácil como abandonar el cuerpo y poner en fuga una bandada de certezas. Mientras me alejo se separa de mi nuca la amenaza de las cúpulas -sus dedos tristes- que duermen increpando a un cielo cada vez más distraído, endeble, derritiéndose de a poco contra mi huída y la ciudad que es un fantasma donde hundo la cabeza para que venga un cigarrillo hacia mi boca. 3 Hay un punto de luz en el río, una especie de agujero en medio de los ruidos negros del agua. Parece el único lugar donde el río corre; lo otro es duda, invención, coordenadas sueltas del sonido. La luz flota y desviste un pedazo de viaje, los ojos quieren irse, el cuerpo se estanca. Hay un punto de río en la luz que sólo alumbra cuando el agua la moja; lo demás es mentira, ilusión, trampas certeras de la sombra. 4 A veces los buenos lugares coinciden con los ratos sucios. En esa encrucijada estás parado y moverse es hacer una pirueta para llegar al mismo sitio. No vale la pena correr por esa piedra-sueño a la que un viento opaco fue dejado sin esquinas. La puerta de lo otro -el acaso, algún vino, los ojos combatiéndose- ceden cuando nadie las golpea. página 4 poesía 5 Dicen que el sur nunca termina. Debe ser cierto, porque los campos crecen a medida que el camino avanza y el mar es una posibilidad, casi un divague. Al borde de mi cigarro ya es verano y aunque los puentes sigan llorando de frío pienso volver a entretenerme en mi disfraz de humo, aunque las casas parezcan envolverse en una manta queda siempre un lugar para alejarse. Dicen que el sur... ya se sabe, y cuando el sol o la llovizna desaten la cuerda mañana, o antes se irá más alto la cometa, agrandará su viaje. Diciembre 2005 - Enero 2006 París y sur página 5 poesía El malecón, de Paco Alonso Aún más allá sigue ladrando el perro. Donde acaba la costa, en el silencio frío de la alta noche, sigue oyéndose, desde hace siglos, y desde la última farola del sucio malecón, al perro simbólico, al perro metafísico, al que nadie jamás ha visto. (Dicen que, tal vez, no sea un perro, sino un hombre). Aún más allá sigue ladrando el perro contra la tierra y contra el mar. Las cosas se van llenando de febril angustia, de congojas y daños y experiencias terribles y de estremecimientos. Tal vez siempre vino de allá el grito, o el ladrido, clavado en las estrellas y en la furia nocturna, en la arena y en las olas que se repiten rítmicas, precisas. Mal recuerdo, de Alfonso Rodríguez Recuerda el oscuro cetro la línea triple del seis el canto del hombre en el desierto la tormenta de rabia en el cielo. Recuerda la página que llama aún para el olvido deja que aúlle el topo en su llanto y la rama tercera haga crac caiga en arroyo y se levante humareda porque deja que caiga lo que no se ha ya de olvidar. Recuerda esta causa y el reflejo de un charco en una gota que cae así como la cuarta rama por la piel de un hoyo por la red encarnada y séptima la gota que no es del que escribe: ya mío fue el hechizo del poema ya hundí mis pies en todo el fango en el Número de los Pecados mis pies en donde habitas y pude ver lo que no se ha ya de olvidar: la quinta rama cayendo al vacío tu cuerpo aún con vida con vida donde habita el recuerdo. página 6 La página que falta En esta página no debería haber nada -empecemos por ahí, porque ése es el principio-, nada salvo la página en sí. Una página sin letras, sin ideas, sin verbos, sin posibilidades. Una página con ninguna otra cosa que no fuera la absoluta ausencia. Algo así como el vacío. Una página como una grieta en mitad de la revista. Sin embargo -y ahora debemos ensuciarnos las manos con el sinembargo- presentar tal cual vino al mundo semejante acontecimiento podría dar lugar a vergonzantes malentendidos. Alguien podría suponer que aquí faltaron contenidos y que sobró una página, o que la imaginación se fue de vacaciones y regresó perezosa, o que, sin más, el número de la página cobró tal fuerza expresiva que nada de lo que pudiera decirse en ella superaría el alto misterio de esa cábala. Entonces, he aquí los dos extremos del problema: el nodeberhabernada y el sinembargo; el azar y lo forzado; lo que es, y el qué dirán. ¿Qué pensarías tú si al pasar a la página siguiente, a ésta, de pronto y sin ninguna clase de preparativo ni explicación previa te la encontraras completamente en blanco? Probablemente no pensarías en nada; sencillamente exclamarías: ¡Se les coló una llena de silencio! La mirarías de arriba abajo, no fuera que haya algo en la página que tú aún no has visto y, al comprobar que, efectivamente, no hay nada en esa página salvo el número de la página, volverías a exclamar: ¡Se les coló una, qué idiotas! Y eso no. Eso no. Los errores son la grandeza del que sabe y se equivoca. Qué orgullo decir: "La he cagado; he sido yo", tal y como lo haría un dios. Y aquí cada cuál aspira a eso: a ser un dios que se equivoca. Hay quien intenta corregir el error; y hay quien admite que el error suceda, sin miedos, sabiendo -o equivocándose al creer saberlo- que sin las contingencias de lo erróneo ninguna libertad es posible. ¿Qué harías tú si al pasar a la página siguiente, a ésta, de pronto y sin ninguna clase de preparativo ni explicación previa te la encontraras completamente en blanco? Probablemente no harías nada. Te pondrías nervioso, no sabrías qué hacer, te entraría el pánico; y luego la rabia, el trágico sentimiento de la estafa: "He pagado por una revista a la que le falta una página". Lo hermoso, lo menos cobarde, sería que salieras un rato al mundo, o que entrases en ti por un instante, a buscar esa página que le falta a la revista. Lo hermoso, lo menos cobarde, sería que tú escribieras esa página. De esa manera el ejemplar que tengas entre las manos será tuyo. Lo que ocurre es que, por lo que ya llevamos escrito, parece que en este número no va a poder ser. Quizá en el próximo, si es que los tábanos no temen dejar una página abierta al azar, o a lo que venga, o a la posible intemperie; quizá en el próximo, si es que los tábanos confían en ti. Aquí aún podrías aprovechar los márgenes, e incluso hay algún que otro hueco de entrepárrafos por el que podrías colarte si gozases de la habilidad exigida para estos casos; pero sería muy arriesgado, y hasta peligroso. Lo más que se me ocurre, en un arranque de generosidad, es renunciar a firmar esto y regalártelo. Sólo tienes que escribir ahí, entre los paréntesis, tu nombre. Así es como se empieza a mentir. La verdad vendrá después, cuando ya nada más te importe; y será cosa tuya. ( ) página 7 poesía Demencia en azul, de Mónika González Ortega Cuatro y diez de la mañana: todos se van de mí: quedándome yo en ellos. Veo sus rostros aglutinados en mi retina. Gestos: derrumbe sentimental, córneas sin techo. Recuerdos, pasos, paso y recuerdo: cuatro y diez de la mañana Ícaros empacando azul dentro de azules, nombres que se hacen olas, cuerpos navegándose, mente acuática. Inventario: remos, brazos, alas a la una a las dos a las… Cuatro y diez de la mañana autodesterrarse del miedo, quedar a la intemperie. Volverse, tener raíces en lo vulnerable del cielo. Reliquias, de Mónika González Ortega Cada partícula de polvo es piel que aguarda el momento preciso para saltar umbrales. Nadie naufraga hacia el mañana cuando vence el miedo. Huyen a pueblos donde permiten enterrar islas. Quién dijo que la gente se despide, nos ausentamos para no escuchar gritos del espejo implorando violar las utopías. Debajo del mantel hay otro cielo, ahí van a parar los desterrados… que fueron parte de nosotros. Quién dice que los vivos están vivos. Quién dice que los muertos son los otros. En el ánimo azul de las paredes están sus nidos, rostros, laberintos veteados por el tiempo. Cuando atardece el sol simula otra caída del mundo. Están en ti, en el cenicero roto van múltiples quejidos sudando las palabras con que declaras la eternidad. página 8 ensayo Los discursos del miedo por Juanma Agulles mia a sus verdugos renovando su confianza, otorgándoles nuevos privilegios. Como decía un papanatas ministro de defensa no hace mucho: "si no existiesen soldados españoles, sólo nos quedaría rezar". Y ellos rezan -todo el tiempo-, pues nunca dejaron de ser los sodomizados monaguillos que son. Paradoja: para el capitalismo financiero, tecnológico y más futurista -aquel que declaró el fin de la historia- siguen siendo imprescindibles la iglesia y el ejército, el refugio de los mansos y la amenaza de la fuerza. ¿Tanto habíamos cambiado, entonces? ¿No seguimos siendo en lo fundamental micos idólatras y gorilas mercenarios? Se acabó aquella maternal concepción del derecho público que rezaba: "se es inocente hasta que se demuestre lo contrario". Ahora la premisa es la siguiente: "se es culpable, siempre: hay que demostrar la inocencia cada día". Comportarse bien, dentro de los límites de la ciudadanía. Trabajar todo lo que se pueda, no ser una carga para lo público, admirar incondicionalmente el espectáculo bochornoso de sus fantoches del éxito social, y tener mucho, mucho miedo. Miedo a perder el empleo, miedo a no ser suficientemente bueno, miedo a discrepar, a no hacer lo que todo el mundo hace, miedo a quedar apartado del rebaño, expuesto al merodear de esos lobos camuflados que viven pendientes de atentar contra nuestra integridad. La sospecha sistemática de aquel que encarne la diferencia, de quien entone el discurso de la disensión. Este sistema de la sospecha es vital para sostener los privilegios de quienes más tienen que perder. Que los tenderos y mercaderes de toda especie -plañideras por deporte- clamen "¿padre, por qué me has abandonado?", y reclamen la presencia policial en cada esquina. La inmediatez de las respuestas represivas es proporcional a la indefinición del objeto sobre el que se aplican. El "entorno" se amplía cada vez más, mientras el círculo discursivo de lo que es correcto defender -las ideas que sí pueden discutirse-, se cierra. Actitud defensiva hacia dentro y masacre televisada hacia fuera, más allá de las fronteras de un centro que pretende blindarse a toda costa. Cualquiera es sospechoso de colaborar con las conjuras que amenazan destruir ese mundo feliz que tanto les gusta, que tantos beneficios les reporta a unos pocos. Los pastores están más a salvo cuanto más miedo dan los descarriados: el rebaño les protege. MIEDO : Sensación de la depravación total del futuro inmediato. Ambrose Bierce, Diccionario del diablo. 1 Ante la incertidumbre, se articulan los discursos del miedo, como admonición para volver al redil. No hay mejor medida para ejercer la dominación y formar en la ignorancia a los mansos, los dóciles, los sumisos. Los discursos del miedo se incrustan en las endebles conciencias de la posmodernidad. Ante un desierto de inteligencias vivas era casi inevitable que los sacerdotes volviesen a agitar sus espantajos. Tocan las campanas para volver a casa. El mecanismo pasa por ser bastante sencillo: la emergencia dicta las condiciones excepcionales de las medidas a aplicar -los estados de excepción- que después se convierten en medidas duraderas, sustentadas por un repetitivo y machacón discurso de la peligrosidad del otro difuso. La emergencia es la norma. Más tarde, ya nadie recuerda que alguna vez pensó. Pues ya no es necesario pensar, ahora sólo se teme y se reacciona con arreglo a un miedo tele-dirigido. La construcción de ese enemigo invisible es la premisa para aplicar la represión más sutil. Resulta mucho más rentable que sustentar ejércitos: cada cual lleva consigo su propia policía del pensamiento. Ese es el nuevo programa a aplicar. Que el rebaño se sienta seguro dentro de su alambrado, vigilado las veinticuatro horas del día por los más modernos sistemas de control. Cada nueva medida en este sentido es aplaudida imbécilmente por el grueso de la manada que, desarrollando un síndrome de Estocolmo masivo, pre- página 9 ensayo 2 La economía política del miedo ha variado. Hay un cálculo preciso de aquello que se puede perder que reclama al miedo y lo asimila como un estado de tensión vital. Es el miedo en la abundancia. Los conformes adoptan el temor de los señores. Los asaltos a las casas de los ricos indignan a los pobres, y renuevan la moral del esclavo. No es aquel miedo primigenio que devolvía a la lucha con la necesidad en el mundo -a la supervivencia y a la creación humana frente a la inhumana razón natural-, es el miedo que devuelve a la iglesia, a la comunidad cerrada, al búnker, a la exaltación de lo que es en sí: en una palabra a la Nada, a Dios. Estrategia defensiva de aquello que se podría perder -que evita cuestionar si lo que se tiene es lo que se necesita realmente- y, por otro lado, necesidad vital de tensión. La estúpida libertad del consumo, la falacia de la elección libre dentro de un mercado monopolizado y homogéneo, no es suficiente. El miedo sustituye a la emoción, a la situación peligrosa. Fascinados ante la emisión catódica, asistimos al derrumbe de una parte del imperio, a la crónica de sucesos que puebla de cadáveres la sobremesa, y ese peligro inminente sitúa al espectador en la posibilidad de ser víctima y así convertirse en protagonista. Algunos, sin embargo, deciden convertirse en verdugos: entienden que alguien lo debe hacer. En cierta forma, el miedo del resto los reclama. Esta es la parte de la demanda. Ante la enajenación de la emoción de crear, se produce la sustitución por el temor. El terror se convierte casi en la única forma de sentir: una forma de afianzar la identidad -diluida en el consumo de masas estandarizado- por la reacción contra el otro peligroso. En una combinación ambigua, el rebaño siente fascinación por el matadero, al mismo tiempo que, de algún modo, llega a intuir su fin y muestra su repulsa. La vehemencia de los gregarios está infestada de admiración hacia lo más egregio, lo que se aparta y se sitúa frente a ellos: así se ven reconocidos, y por ello su idolatría y su odio no es más que el reflejo del asco de sí mismos. Su voluntad de muerte les hace reclamar el miedo como sentimiento vital, y, finalmente, la aniquilación de aquello que se aparta de ellos como proyección de un suicidio que no han tenido el valor de acometer. Es de esta forma como los discursos del miedo encuentran su audiencia, o cómo la audiencia va configurando el miedo que necesita para sostener el simulacro de vida en que se ha convertido su existencia. Apartarse en este punto de ellos es convertirse en el lobo que los merodea y amenaza. Aquel también que los reafirma en su condición de mansos -los que, según su estúpida fe, reinarán-. No quedan muchas más opciones. Aquí hemos decidido abordar una práctica peligrosa. Abandonar el ámbito de lo exclusivamente discursivo para proponer un algo más. Eludiendo en todo momento actitudes metafísicas, y haciendo ese algo más, que, en las circunstancias descritas quizá pase por asumir, en plena contradicción, nuevas prácticas criminales. Así se reforzará inevitablemente la moral del rebaño. Sonarán atronadoras sus admoniciones contra nosotros los luciferinos, los condenados, pero no podemos hacer otra cosa. Nuestra crítica de su violencia, es sólo un momento más del desarrollo de su proyecto de colonización de la vida; cuentan con ella, y no es impensable (pasa a menudo) que sea asumida parcialmente, vaciada de su contenido. La oposición de nuestra violencia, entonces, será la consecuencia lógica del despliegue práctico de esa crítica, o no será nada. 3 Si es cierto que "el entorno" se ha ampliado tanto, la misma escritura -la puesta en discusión de estas ideas-, podría ser considerada, desde ya, parte de esa práctica criminal. No obstante, hay que profundizar en la crítica a las prácticas criminales de masas. A ese terrorismo ciego que refuerza la represión masiva e indiscriminada -por haber asumido la práctica de la violencia en esas mismas formas masivas y no discriminantes-, habría que oponerle otra cosa. El terrorismo de masas, por llamarlo de algún modo, nace de un fanatismo de signo opuesto a la lógica imperante que reproduce exactamente los términos de una violencia perpetua. El terrorismo gregario no deja de ser una actitud de rebaño, un pestilente remedo religioso. Por oposición, habría que proponer prácticas criminales que se desarrollasen ai ferri corti, sería una forma egregia de respuesta a la violencia por la fuerza. El magnicidio, en este sentido, estaría lejos en su concepción del terrorismo de masas. De algún modo se opone a la espectacularidad de lo masivo, por lo aristocrático del peligro personal en la acción. El silencio de Mateo Morral, es la consecuencia lógica del límite de la crítica, de la inconsistencia de las palabras en el punto del enfrentamiento inevitable. Y, al mismo tiempo, no tratan de reproducir el miedo en el rebaño, sino, más bien, atentar contra el símbolo de lo divinizado y página 10 ensayo eterno, para devolverlo a su mortalidad. Es un miedo personal el que vuelve contra los pastores. Digamos que aquí el lobo, en lugar de atacar a la manada, dando un rodeo, sabiéndose mucho más inteligente, es capaz de atacar por la espalda al pastor, cuando este se creía protegido. Aún y así, es inevitable que el magnicida, queriéndolo o no, pase a formar parte de esa historia aristocrática, aunque sea en su reverso. Mártires y héroes solitarios para unos: locos, dementes y fanáticos para otros. Así se unen al curso de la historia que quisieron aniquilar. Pero es un enfrentamiento personal, una apuesta de una vida contra otra, en el punto en que se han vuelto incompatibles. Una verdadera conciencia de la responsabilidad histórica no pasa por las formulaciones que nos acercan a un nuevo rebaño militante, sino por la asunción personal del riesgo y el peligro de perecer en una lucha directa. Se tomará esto que digo como una provocación, como un llamamiento al asesinato: hasta ahí puede llegar la insensatez de aquellos sacerdotes letratenientes que protegen a la piara de los doctos, evitando que ideas como estas lleguen a sus delicados oídos. Acostumbrados a la crítica superficial, se les eriza el vello cuando alguien les dice: "bien, pero es necesario atentar contra los ejecutores del dominio". ¡Hasta ahí podríamos llegar! Toda la consecuencia de su crítica, debe ser una profunda reflexión, muy parecida al silencio contemplativo, a la pasividad de los santos, al efecto somnífero. Bueno, señores, esto no es en absoluto un texto ansiolítico, pretende ser un excitante, una pequeña dosis de aquel primigenio hachis del Viejo de la Montaña. La actitud herética y luciferina -entiéndase esto como se quiera- nos abocará a nuevas prácticas criminales. Soy consciente del terreno pantanoso sobre el que camino en estas páginas. Quizá, en el fondo, se trate de una forma de atentar contra los sacerdotes y conductores del rebaño, un ensayo sobre el miedo; sobre el miedo que ellos deben empezar a tener. El aliento de un lobo sobre su nuca. Utilizar las palabras para que exploten, sin ahorrarme el estruendo en los tímpanos. Si he excedido el límite de lo escribible, será la primera victoria. Llegados a este punto, sólo puedo guardar silencio, y merodear, siempre al acecho. página 11 nombres propios Pintores inéditos: Giorgio "il Barbone" Tagliatella Pintar es revender óleos, modificados con mayor o menor habilidad, sobre un soporte distinto al original que, generalmente, es una tela. Giorgio "Il Barbone" Tagliatella, pintor veneciano (1970-2003) . Nacido en 1970 en el seno de una familia aristocrática, el pintor veneziano Giorgio "Il Barbone" Tagliatella, dejó de bañarse a la tierna edad de seis años. Defendió, desde ese momento, que el jabón sólo servía para dibujar. Pintor inclasificable, se destacó por pintar muy poco y hablar mucho. Hasta tal punto es así que algunos cronistas de la época, mencionan la cita del encabezado como la más probable causa de su temprana muerte. Enclavado en la que se denominó por algunos críticos como corriente neodepresiva, generalizó el trazo descendente hasta el punto de no querer hacerlo más. En su síntesis compulsiva de estilos y materiales, se quedó sin ellos. Su tortuosa biografía política lo llevó a la cárcel en épocas de apertura democrática. Diversas amnistías políticas exigían como condición que él siguiese preso. Sostuvo, hasta el final de sus días, que la división de poderes en el seno del Estado le resultaba fláccida. Su libro de cabecera -ese que ponía bajo la almohada del catre de su celda- fue Yo soy así, autobiografía del taxidermista alemán Hans Sturmundgrag; libro que el propio Giorgio tradujo del alemán, sin conocer en absoluto la lengua. Sus inclinaciones sexuales lo llevaron a realizar distintas operaciones de cirugía plástica sobre su propio cuerpo y también sobre cuerpos ajenos, sin más instrumental médico que su trincheta para afilar los lápices. A tres años vista de su misteriosa desaparición, su obra sigue siendo tan inédita como antes de pintarla. página 12 reseñas Onetti antes de Onetti, por Nelo Curti Tierra de nadie es unas de esas obras que parecen haber alcanzado lo absoluto, y cuando uno entra en ella (de algunos sitios no se sale) tiene la impresión de acercarse a la desembocadura última de la literatura, donde Onetti, burlón e irrefutable, demuestra que no mentía al afirmar: "yo no se escribir mal, que lo voy a hacer." En 1941, cuando al arte lo picoteaban centenares de manifiestos y otras tantas corrientes, desde el sur de la tierra, donde tal vez nadie lo oyera, sacó de la galera este libro que abarca todos los conceptos y no se duerme en ninguno, con personajes de humo, entregados a una deriva mansa e inquietante, en el transcurso de una historia que bien podríamos tildar (aunque él lo reprobaría) de "antihistoria". El asunto es que en apariencia nada pasa, como si un mago hubiese abolido el hecho para que hombres y mujeres vivan situaciones confusas, casi abstractas, y entonces, mutilado lo anecdótico, roto el arcaico andamio "introducción, nudo y desenlace", dejar que fluya la palabra como imagen, estocada, puente hacia ese territorio tan improbable como firme que se llama arte. Cualquiera piensa que un tipo capaz de cosas como El astillero o Juntacadáveres ya no puede dar más sin repetirse, y en cambio un día, distraído, se acerca a las estanterías y descubre que antes del Onetti de esos dos monumentos había más Onetti, que el hombre de los anteojos gordos efectivamente no sabía equivocarse, y a pesar de su ceremonial distancia y el ruido de un siglo que lo recibía a cuentagotas quiso fundar una tierra de nadie adonde cada tanto podamos ir a respirar; sobre todo los días que amanecen nublados y los dependientes de las librerías arrugan el ceño, desconcertados, al oír la pregunta: ¿algo de Onetti? Capítulo XXX deTierra de nadie de Juan Carlos Onetti (1941) Y está también el pausado brillo misterioso del pelo suelto en la almohada. Hay un codo rugoso bajo el oscilante seno izquierdo y éste queda rodeado, redondo y dormido en el ángulo del brazo. Un hilo de aire que sopla de tu boca o de la mañana roza el vello sombrío junto al sueño del seno, defendiendo la noche de tu cuerpo. Aquí la mañana, los hombres pesados y graves que despiertan sin ganas, quemándose el pecho con el café amargo y humeante. Allí tus sueños, el silencio y la mañana. Ella y yo nos inclinamos atentos sobre tu cabeza quieta por donde pasean pies ligeros y absurdos. Es como la sola vez que te vi dormir. Pero entonces era el amor y ahora es el misterio. Te miramos. A veces una mano se me va a tu mejilla para despertarte, para que parpadees veloz y asombrada, lágrimas y niebla de la noche y me oigas contarte que han pasado tantas cosas en mí, y que sin embargo no ha pasado nada. Decirte nada y mirarte y emocionarme con nuestra antigua mirada. Pero el miedo quiebra mi mano y quedamos quietos y curvados mirando tu cara. Y el sueño escapa de tu sueño lejano y obstinado. Como la luz grisada que vence las cortinas, las extrañas cosas y las locas personas que te llenan van desbordando en la habitación. Lentos brotes se hinchan y crecen, enlazan los muebles, frotan los rincones con sus enormes ojos ciegos. Nosotros, la mañana, el aire que fuiste meciendo en la noche, la mano perdida en la sábana, el pezón vinoso y replegado, todos somos tu sueño. Flotamos suaves y veloces, murmurando ansiosos nombres de Dios, largos ruegos obscenos, palabras violentas y unos secretos que estaban rezagados y acabamos de encontrar; somos angustias, bocas redondas de pescados, luna escamosa, arenales, rutas, y el hombre de negros anteojos que asoma desde el piso treinta y saluda con el revólver y el fresco manojo de lilas a la cosa inmunda que trota las calles. Es el misterio de tu tierra dormida, la habitación nunca vista, la vieja sala embrujada con el bronce sucio de los candelabros, el piano desdentado y amarillo, el traje de baile perdido en el diván y la alfombra de extraviados dibujos con su vieja mancha de sangre y el esqueleto de una rosa, aplastado. Pero otra vez cae rota la mano que alzaba hasta tu hombro, tu mejilla, tu labio pesado y mustio. Porque quería contarte que han pasado cosas, tantas cosas en la vida y que, sin embargo, nada, nunca pasa nada. página 13 reseñas Manderlay dir. : Lars Von Trier por Pedro Coiro La primera película de la trilogía de Lars Von Trier, Dogville, continúa con un film del mismo formato y la misma esencia: cuestionar el deber, la democracia y la libertad. A grandes rasgos, el aparente objetivo de la todavía incompleta saga, es describir la sociedad norteamericana con una perspectiva en absoluto aséptica. Manderlay es una estancia al sur de los Estados Unidos, donde la esclavitud no fue abolida, y una comunidad de negros trabaja bajo las estrictas normas de un régimen tiránico. Grace siente la obligación de hacer cumplir la ley promulgada setenta años atrás, sometiendo a la familia esclavista y otorgando, progresivamente, la soberanía a los esclavos ahora libres. Para ello deberá enseñarles a votar y a decidir; la democracia necesita una preparación exhaustiva que a menudo toma caminos contraproducentes. Las intenciones civilizadoras de la ingenua protagonista, se irán minando al comprender que la esclavitud sólo se puede abolir en un plano formal, y que la soberanía popular no es exactamente libertad. Con reminiscencias del Dogma 95, la atención se centra en los diálogos y las emociones de los personajes. Muy cerca del teatro, la tecnología es, a lo sumo, una herramienta secundaria y prescindible. El trabajo de los actores es intachable a pesar del origen jolibudense de la mayoría. Lars Von Trier, como hizo con Nicole Kidman, vuelve a rescatar buenos actores del ámbito comercial. página 14 reseñas Don´t come knocking dir. : Wim Wenders por David Barber Madrid es como contabas, hoy fui a pasear… Había amanecido lloviznando como los dos días anteriores, estaba en Madrid de visita dominical. Nunca hasta ahora me había parado a observarla, sólo a criticarla con suposiciones de piedra y cartón, con las que hasta hoy me iba moviendo y hasta admitiendo que no me gustaba. Pero eso te da la perspectiva suficiente para volver sobre ello y encontrar una ciudad construida sobre capas y estratos; donde inconscientemente has ido construyendo una ciudad con malos recuerdos, diversos comentarios oídos al sesgo en algún lugar, algún estribillo de canción y algún recuento de adoquines grises que ya olvidabas. Después de pasar el día caminando sin ninguna ruta, alternado cañas y tapas, museos, revistas de programas de teatro almidonados, malasañas, alcorcones, y chuecas, decidí a la tarde meterme en los cines Renoir para rendir a una película de esas que por falta de proyección, no llegan a las provincias. El título original es Don´t came knocking , donde una vieja gloria del cine western (Sam Shepard), en clave de drama, se cansa de su escandalizada vida, sacralizada por la prensa rosa y los cuchicheos de una sociedad hastiada. Después de que el vaquero protagonizara multitudinarias orgías, escarceos etílicos y pasarlanarizentubadaporelcristal, decide buscar su origen, su matrix, su credo, un punto donde meter la palanca y hacer fuerza, para reencontrarse con su yo oculto, en este caso, inexistente. Para el caso, deja a mitad un rodaje en las montañas rocosas del Oeste, dejando en su casa rodante un cartel muy sugerente "Don´t came knocking", y produciendo la persecución de un agente de la productora (Tim Roth), que le buscará obsesivamente a lo largo de la película. El vaquero se refugia en casa de su madre y empieza el peregrinaje donde ira reconstruyendo su vida a través de sus seres más y menos queridos, además de los insospechados. El director, Wim Wenders, muestra de forma enconada una continua búsqueda de un origen no sé si artificial o natural, el caso es que lo demuestra también en otras películas, quizá en ésta de forma más descarada e ingenua, por medio de personajes que surgen por el horizonte con sólo una foto y una urna funeraria, que para el caso es mucho mejor que el niño roquerito que le destinó un escarceo con camarera incorporada en un pueblito. Este director es capaz de lo mejor y lo peor; por lo general, muy irregular; muchas veces moralista, otras escapista, en el mejor de los casos nos cede sus ojos y nos lleva a lugares desbordantes y vertiginosos, como al Japón del 85, o la eterna Habana musical del son viejo cubano. Al acabar la película anduve de nuevo por las aceras de Madrid, mientras venía pensando sobre la película; seguía lloviznado, pero ésta había ya borrado las últimas sombras de los transeúntes del día, estaba todo oscurecido y mojado, y las farolas reflejaban en los charcos los últimos latidos de una ciudad cansada. Había quedado con unos amigos para la cena; aún me quedaba una hora, decidí ir hasta el lugar de reunión caminando y refrescándome… escaparates, caras, luces…ojos, baldosas, ventanas encendidas... página 15 reseñas Mal carácter Sobre “La corrosión del carácter” de Richard Sennett por Juanma Agulles po que genera un volumen de negocio sustancioso. Sin embargo, Sennett obvia este punto en todo su ensayo. Con un tono plañidero, se sigue preguntando "¿cómo sostener objetivos a largo plazo en una sociedad a corto plazo?", hasta llegar a hablar del desarrollo de la identidad en un ser humano a través del trabajo. Para Sennett -aunque en algún momento lo matice- la figura del trabajador fordista (el esclavo sonriente y estúpidamente feliz) es el lugar de origen, el paraíso perdido a reconquistar. Detrás de toda su argumentación no parece haber más que el anhelo religioso de la comunidad, de la moral del rebaño que trabaja unido por una causa superior -generalmente el enriquecimiento del amo. Lo dice así, explicando lo que realmente se corroe del carácter: "[…] en especial aquellos aspectos del carácter que unen a los seres humanos entre sí y brindan a cada uno de ellos una sensación de un yo sostenible." Lo que el capitalismo corroe, según Sennett, es la fuerza de la manada. Catolicismo frente a protestantismo, nada más y nada menos. El sacerdote Sennett pontifica: "la compasión y la solidaridad superan la voluntad". Resumiendo, como en su mundo no cabe ni el carácter ni la personalidad que cuestione de manera íntegra las condiciones de vida actuales, como no entran tampoco el loco, ni el santo, ni el suicida, ni el politoxicómano, ni el atracador de bancos, ni el asesino -caracteres, a mi parecer, mucho más interesantes para empezar a narrar- la fórmula que se abre paso hacia el final del libro, la receta que el doctor Sennett nos expide con suficiencia y una admirable iluminación, es la siguiente: "Un sentido más amplio de comunidad, y un sentido más pleno del carácter, es lo que necesita el número creciente de personas que, en el capitalismo moderno, están condenadas al fracaso." ¿Pero quién pronunció la condena? ¿Quiénes son los verdugos que a diario la ejecutan? ¿Quién define la comunidad y quién el sentido pleno del carácter? Para estas cuestiones Sennett no ofrece más que un inculpador silencio que, evidentemente, lo salva de cualquier condena a él y le asegura prebendas, premios, ventas de libros, y una próspera carrera académica en la London School of Economics. Finalicemos, ya es tiempo. Analicemos las últimas líneas de La corrosión del carácter, la moraleja que Sennett nos quiere dejar a contrapágina: "He aprendido del pasado duro y radical de mi familia; si se produce el cambio, se da sobre el terreno, entre personas que hablan por necesidad interior más que a través de levantamientos de masas. No sé cuáles son los programas políticos que surgen de esas necesidades internas, pero sí que un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad." Hay un tipo de literatura que supuestamente es crítica con el capitalismo. Manuales para desalentados que se ejercitan en el pugilístico menester de dar golpes al aire. Hacer sombras se dice en argot. Desde sus cómodas cátedras (generalmente en universidades de EE.UU., Inglaterra, Francia o Alemania), todo un grupúsculo de intelectuales "críticos", lanza sus libros para deleite de mentalidades progres y eruditos de la subversión. Estos falsos revolucionarios, enfants terribles del Padre que los sustenta en la esfera de la intelectualidad, sostienen un discurso que viene a decir: "el capitalismo no es malo ni bueno, simplemente es porque ha vencido; así que nos dedicaremos a partir de ahora a señalar sus contraindicaciones y proponer las correcciones necesarias para que todo siga como está". Ése es el alcance de su demoledora crítica. Uno de estos libros es La corrosión del carácter (las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo), de Richard Sennett, que obtuvo el Premio Europa de Sociología. Ya desde el principio se destaca Sennett de cualquier sospecha anticapitalista que pesase sobre él, en la siguiente descripción del problema sobre el que tratará en las páginas sucesivas: " ¿Cómo sostener la lealtad y el compromiso recíproco en instituciones que están en continua desintegración o reorganización? Estas son las cuestiones relativas al carácter que plantea el nuevo capitalismo." ¿Ha quedado claro, verdad?: "como sostener la lealtad y el compromiso", es decir, cómo hacer para que la sumisión a las condiciones del trabajo en eso que él denomina nuevo capitalismo, no generen la abulia, la depresión del carácter, que tanto le preocupa. La respuesta, que él parece desconocer, ya se ha dado desde los laboratorios químicos y su comercialización masiva de antidepresivos. Cuando no, el mercado menos legal de las sustancias tóxicas ofrece gran variedad sintética de remedios para solapar estas consecuencias personales sobre el carácter, al mismo tiem- página 17 reseñas Vamos por partes: -"...si se produce el cambio", ese condicional lo delata: a él le da lo mismo si sucede o no; él está a salvo. Al fin y al cabo, frecuenta las reuniones de Davos, y desde allí, reflexiona… -¿Quiénes son esas personas que hablan por "necesidad interior"? Sennett no ha comprendido -ni siquiera se ha preguntado-, qué relación existe entre las condiciones objetivas de existencia y esa necesidad interior de que habla. ¡Qué dicotomía absurda esta, incluso para un nivel analítico! Por supuesto, esas personas "hablan", que actúen es algo que a Sennett no se le ocurre o que, decididamente, descarta. Además, contrapone esta cháchara interior -¡cuánto se acerca a veces a un libro de autoayuda!- a los "levantamientos de masas", como si todos esos levantamientos fuesen lo mismo, descontextualizándolos y tratando de borrar de un plumazo la historia sangrienta de las luchas sociales. -"Un régimen que no proporciona…", para Sennett el régimen es el sujeto activo que, además, proporciona la razón de existir para los seres humanos. Con este posicionamiento "progresista" está delatando la falacia que sostiene al capitalismo: todos somos seres humanos, el régimen es lo inhumano. De modo que nadie es culpable. El mundo de las relaciones sociales, las luchas de clases, la represión, la economía política, la colonización, desaparece para dar paso a los discursos de la "necesidad interior"; de ahí al budismo contemplativo no hay más que un paso. -Al final se descubre quién es Sennett cuando dice que el régimen no puede "preservar por mucho tiempo su legitimidad". Entonces, ¿alguna vez la ha tenido? Es más, ¿aún la tiene y la está perdiendo? Le preocupa la gobernanza, que esto se les vaya de las manos a quienes deben dirigir los cambios. Por supuesto él "no sabe" -no quiere saberlo- cuáles son los programas políticos. Quizá porque le de miedo pensar que, en otras partes del planeta que no son Davos, que no son la London School of Economics, él pasaría por ser el obstáculo a eliminar por el mal carácter de aquellos que no hablan desde la necesidad, sino que actúan para saciarla. página 18 Antonio Gamoneda página 19 sótano La memoria y las ausencias por Nelo Curti Dice que su rostro se está volviendo invisible, que ya le cuesta perdurar entre el olvido y la memoria; y debemos aceptarlo: cada cual comienza a irse a su manera. -Vamos afuera -nos dijo, cuando le propusimos una charla-, así puedo fumar. Y salimos, escabulléndonos entre grupos de gente que interrumpían sus discursos para acercarse a darle recuerdos de Martita, de Murcia, que estuvo con usted en La Roda, en el año mil novecientos ochenta y… Por fin solos, más cerca de la noche que estrangulaba sin fortuna los faroles, hablamos de la ausencia, el desconcierto, y el recuerdo de una guerra por la que anduvo vendando la belleza, salvándola del ruido, los escombros. -Antonio, disculpe, pero tenemos que seguir- murmuró alguien, y se llevó al hombre que renunció a las academias hacia una sala de luz pálida y lo sentó junto a las flores que perfumaban el cadáver de alguna conferencia. Entrevista a Antonio Gamoneda Cuadernos del Tábano: Tu poesía habla de la angustia, la tristeza, pero tras leerla uno no queda ni triste ni angustiado ¿Puede ser que esos sean los puntos de partida, pero el destino sea una búsqueda de la belleza en esa desolación? Antonio Gamoneda: Esto lo dejó muy claro Leopardi, con otras palabras: la poesía, incluso la poesía fundamentada en el sufrimiento, tiene una voluntad, y hasta podríamos decir que una utilidad, que consiste en la creación de placer. En una palabra: la poesía produce una intensificación de la sensibilidad y en la conciencia en el co-creador, que es el lector, proporciona unas vivencias de tipo muy positivo y de gran intensidad, finalmente placentera. Entonces la poesía no es una salvación, pero se le parece, lo cual no es obstáculo para que la injusticia y el sufrimiento, ciertamente, anden circulando por ahí. C.del T: Tal vez por eso para contar tu vivencia de la guerra civil tomas la imagen de un caballo muerto que viste cuando niño; es mucho más poética esa imagen que si hablaras concretamente de los fusilamientos o los cadáveres a un lado de la carretera. A.G: Claro, la poesía no es un lenguaje informativo. El pensamiento poético nace de un impulso musical que se dirige a algo que incluso el poeta desconoce. Cuando las palabras han aparecido, el poeta se entera de lo que sabía, pero no sabía que lo sabía. Entonces la poesía social, como es programada, pretende una objetivación que no le corresponde a la poesía. Un hombre tan poco dudoso como puede ser Jean Paul Sartre dice que la poesía es irremediablemente subjetiva. Bien, la poesía social está cargada de buena voluntad, pero está, lamentablemente, descargada de potencia poética. Hay algunos, muy pocos. Yo quiero recordar a uno de mis poetas más queridos, el turco Nazim Hikmet, que, ciertamente, hacía una poesía de tipo crítico y social, pero era capaz de interiorizar ese sentimiento hasta llevarlo al terreno de la subjetividad y del pensamiento poético, que obedecía a otras leyes que las de la denuncia, que las de la postura cívica, etc. Actitudes que están muy bien, que pueden ser muy necesarias, pero que tienen sus medios de expresión en la conducta política o civil del poeta como cualquier otro ciudadano y en los elementos mediáticos y en lo que podríamos llamar componentes informativos dentro de la sociedad actual. C.del T: Tal vez ese punto de vista con respecto a la manera de describir el momento del poeta, la circunstancia que lo rodea, sea lo que te ha llevado a no entrar en esa otra mentira que son los grupos literarios. Porque en una antología de los poetas del cincuenta… no sé si aparecerás en alguna, yo no te he encontrado en ninguna. A.G: No, no es eso. Es una cosa mucho más sencilla: yo soy un hombre de provincia, entiendo que la poesía es un hecho necesariamente individualizado, y que la gran pasión está en la relación con la hoja en blanco, ahí es donde se produce la tensión y el interés más grande de la poesía. Y nunca he tenido necesidad ni deseo en algo que pueda entenderse como una tendencia, y menos si esta tendencia tiene un sentido grupal. Quizás por mi simple condición de provinciano yo no he estado nunca en grupos y ya no me queda tiempo para estarlo. página 20 sótano C.del T: Hablas de la tarea individual del poeta pero a la vez reniegas de la sobrevaloración de la autoría; coméntanos un poco esa dicotomía. A.G: Bien, es que yo entiendo que si bien la poesía nace en un proceso seriamente individual… individuali-za-do. C.del T: Complicadita la palabra. A.G: Sin embargo el conjunto de la poesía es una riqueza patrimonial, y la noción exclusivista de la autoría es, por otra parte, algo muy reciente, porque ni Shakespeare, ni Dante, ni Petrarca, desde luego, ni Jorge Manrique, ni la Celestina -que es poesía independientemente de que pueda pertenecer simultáneamente a otro género de clasificación académica-, es un libro que está escrito con las aportaciones o las sustracciones que se hacen a otros autores, y en la obra de Shakespeare esto es constante, tanto en la obra dramática como en la obra poética. Entonces la noción de autoría hay que relativizarla. de cambio, la narrativa sí; estamos hablando sobre todo de España, y así es la relación de un poeta con las editoriales. C.del T: ¿Y los premios? La vida de un poeta no la pueden modificar seguramente. En tu caso, ¿de qué manera los recibes y qué posibilidades te permiten? A.G: Los recibo con cierta frialdad. Es decir, creo que pueden tener una utilidad para los poetas jóvenes porque les puede facilitar la publicación, que no es fácil. Pero en mi caso, a mi edad, como dije antes, la única pasión fuerte es la de la relación con la hoja en blanco. Y los premios, bueno, bienvenidos, yo tengo mi vanidad, no me disgusta el reconocimiento, pero desde luego no me alteran demasiado y no modifican para nada mi actitud poética. C.del T: Hablas de que encumbramos ahora un vacío en el que el dolor y la belleza tienen un lugar más bien dudoso, ¿crees que se puede llegar al dolor y a la belleza hoy en día? A.G: Este es un antiquísimo problema que también está claro. Y ese maravilloso contemporáneo que es Aristóteles decía, por ejemplo de la tragedia griega, que no debe buscarse en ella otra belleza que aquella que es peculiar y diferencial y que está emanada por el propio hecho trágico. Es decir, el sufrimiento no se opone a la belleza para nada, son conjugables completamente. C.del T: Hablábamos al comienzo de los puntos de partida de tu poesía. Tal vez exista uno que consideres fundamental. A.G: La poesía, incluso técnicamente, es un arte de la memoria, quizás todas las artes sean artes de la memoria, pero tanto en la poesía como en la música la memoria es imprescindible. Técnicamente, para que un endecasílabo tenga el valor musical y rítmico y métrico que lleva consigo tienes que tener memoria del endecasílabo anterior. Pero la memoria lleva consigo también aspectos más graves: tenemos memoria de lo que hemos perdido, tenemos memoria de lo que ya no está con nosotros, esos son los contenidos de la memoria, incluso de la memoria de hace un instante, ese instante que ya no está, entonces necesariamente esta conciencia memorística lleva conciencia también de la consunción del tiempo de nuestra vida, y en consecuencia lleva también conciencia de aproximación y contemplación de la muerte. Es decir: el poeta, incluso el más jocoso de los poetas, está haciendo el relato de cómo va hacia la muerte. Y siendo radical, yo diría que la poesía existe porque sabemos que vamos a morir. C.del T: ¿Y cumple alguna función determinada, algo que nos responda los tan nombrados "por qué" y "para qué" la poesía? A.G: El pensamiento poético es algo radicalmente específico, hay un error desde mi punto de vista en C.del T: Como la de "originalidad". A.G: Exactamente. Una cosa es el proceso poético, de un hecho, de un poema, de un libro, y otro hecho es la existencia global, planetaria de la poesía que hay que entenderla en un sentido patrimonial, entonces parece que están bastante legitimadas esas que he llamado sustracciones. C.del T: Cómo se puede defender ese planteo de la poesía como algo individual, tan personal, en lo que uno se deja tantas cosas, frente a las editoriales, que ponen muchos condicionamientos ¿Tu experiencia cuál ha sido? A.G: Mi experiencia… La poesía en relación con las editoriales tiene todos los problemas y ninguno; es decir, afortunadamente, y por eso es quizás la única creación estética que está en una situación de plena libertad, la poesía no es demasiado demandada por las editoriales; las ediciones son cortas y la comercialización poco menos que inexistente. Las editoriales te piden por alguna razón, o aceptan también por alguna razón, un poemario, pero fuera de la que podríamos llamar legislación comercial. La poesía no es un valor página 21 sótano estimar excesivamente los valores del pensamiento discursivo, porque el pensamiento poético es de otra naturaleza; en la tradición poética hace 500 años, hablo de España, se produce una inflexión muy fuerte cuando deja de ser necesaria la tarea informativa, en la edad media la poesía cumplía una función mediática, entonces se produce la aparición de la tipografía, que corresponde más o menos con el momento de Garcilaso, y desde ahí el pensamiento poético comienza a evolucionar, ya no se trata de un pensamiento y de un lenguaje necesariamente informativo, ya es otro lenguaje, es San Juan de la Cruz, cuando creía que estaba hablando únicamente de la experiencia mística, y hablaba de la experiencia poética, diciendo que era "un no saber sabiendo"; el poeta no sabe, sus propias palabras ya escritas le descubren lo que sabe, por lo que es posible que la poesía sea un acto de revelación. C.del T: ¿Y el contacto con la realidad? A.G: Ya no es necesario representar la realidad, imitarla o referirse a ella, porque eso es simplemente realismo, una opción estilística, mientras que el hecho de creación lleva a una nueva realidad, que es una existencia intelectual y una percusión en la sensibilidad perfectamente verdadera, como los sueños. C. del T: Una realidad que tal vez no pueda explicarse… se han escrito tantos prólogos, inventado tantos términos, y ninguno sirve para nada ¿No crees que le hace daño a la poesía que se la estudie y academice? ¿No aleja eso al lector de la verdadera esencia? A.G: Me da la sensación de que lo que quieres decir es que los estudios pueden deshacer el componente misterioso de la poesía, ¿es eso? C.del T: Sí. A.G: Es cierto, completamente cierto. Cuando Dámaso Alonso coge a Góngora y lo racionaliza hace un estudio académicamente espléndido y poéticamente destructivo. Incluso el pobre San Juan de la Cruz, que tenía miedo a que le metiesen otra vez en la cárcel y le sacudiesen como le sacudieron, trata de explicar la ortodoxia de sus expresiones poéticas, y aunque lo hace con una prosa espléndida, al igual que Dámaso Alonso, vale más no leerlas. C.del T: ¿Algún autor contemporáneo que te interese? A.G: Yo estoy en la edad de la relectura y mi conocimiento sobre la actualidad poética es muy incompleto. Me llegan muchos libros al año, y sólo leo los que me recomienda algún amigo. Poemas seleccionados SOBRE mi carne pasa, grave de amor, la misma lengua que silva en mi vejez y me despierto envuelto en coágulos de sombra y se desprende de la noche una flor negra y húmeda de llanto. NO TENGO miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo dolor no me concierne. Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte. Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza. página 22 sótano EN LOS desvanes habitados por palomas cuyas alas tiemblan entre tinieblas y cristales veo la pureza de rostros que se forman en la lluvia y lágrimas sobre úlceras amarillas. Son los desvanes de la infancia. Estoy atravesando el olvido. Caigo sobre unas manos Cuando no sabía aún que yo vivía en unas manos, ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón. Yo sentía que la noche era dulce como una leche silenciosa. Y grande. Mucho más grande que mi vida. Madre: eran tus manos y la noche junta. Por eso aquella oscuridad me amaba. No lo recuerdo pero está conmigo. Donde yo existo más, en lo olvidado, están las manos y la noche. A veces, cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra y ya no puedo más y está vacío el mundo, algún vez sube el olvido aún al corazón. Y me arrodillo a respirar sobre tus manos. Bajo y tú escondes mi rostro, y soy pequeño, y tus manos son grandes, y la noche viene otra vez, viene otra vez. Descanso de ser hombre, descanso de ser hombre. página 23 sótano ALGUIEN ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad del corazón. Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace cerrar los ojos. Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte. HAY una astilla de luz en la apariencia de la eternidad, hemos lamido, casi amándolas, membranas invisibles, no hay más que invierno en las ramas inmóviles y todos los signos están vacíos. Estamos solos entre dos negaciones como huesos abandonados a los perros que nunca llegarán. Va a entrar el día en la habitación calcinada. Ha sido inútil la sutura negra. Queda un placer: ardemos en palabras incomprensibles. Datos biográficos Antonio Gamoneda nació en Oviedo, en 1931. Al año siguiente murió su padre y en 1934 su madre se trasladó con su hijo a León. Sin haber podido completar sus estudios, entra en 1945 como recadero en una oficina bancaria en la que siguió trabajando -en distintos puestos- durante veinticuatro años. Durante los años cincuenta y sesenta, continúa su formación autodidacta emparejada a la militancia antifranquista junto a un grupo de amigos que acabó disuelto por las "desapariciones" (suicidios, locura, envilecimiento). En 1985 recibió el premio Castilla y León de la Letras, en 1988, el Nacional de Poesía, y en 2006 el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes de Literatura. página 24 sótano Bibliografía Sublevación inmmóvil, 1960. Descripción de la mentira, 1977. León de la mirada, 1979. Blues castellano, 1982. Lápidas, 1987. Edad, 1987. Libro del frío, 1992. El vigilante de la nieve, 1995. Libro de los venenos, 1997. Arden las pérdidas, 2003. Reescritura, 2004. Cecilia, 2004. página 25 PUNTOS DE VENTA Tetería del Tábano C/Pozo, 94. Barrio San Antón. Alicante Librería Compas Universidad San Vicente Kiosco Menchu C/Calderón de la Barca, 18. Alicante Librería del Plá C/Ingeniero Canales, 5. Alicante Consell de la Joventut d’Alacant C/Labradores, 14 (Centro 14) ¿Colaborar con Cuadernos del Táb ano? Consulte antes con su médico o farmacéutico. Literatura de altos vuelos Diario apócrifo de Marcel M. Velloso. Encuentro del copista apóstata con el galante J. Llamazares* y dulces digresiones acerca de la poética de A. Newman. -Difícil sería sostenes siempre una solemnidad inútil, frotando el rostro contra cada barranco; debemos entender, Julio, que de allí no caerán rocas. -Y usted, manteniéndose en un peñón con cruz y bandera, ¿me viene a prohibir el deleite con mi cielo madrileño?, vamos… -Efectivamente; si lo desea, tengo aquí una copia de mi ensayo "cómo será la laguna que el chancho la cruza al trote", donde abogo, con una simpática alegoría por las cruces de acrílico, pero…, no, no confunda, yo profeso profilaxis, su crucifixión boca abajo nada tiene que ver con su anhelo celeste. Mis símbolos no nos devolverán a la épica. Seguro que usted así lo cree; le encantaría morir con esas ataduras para no tener que regocijarse en su vulgar miedo a los aeroplanos. -¡Nunca escribí nada similar! Nuestro copista no toleró la objeción a tan justificada síntesis de parte por la parte. Al grito de aura reunió a toda la audiencia; unos pasos de conga y Madeleine que ajusta a cada compás las sogas que deshacen las carnes de Julio, gimiendo en traje azul, inútil pedido de clemencia a una muchedumbre sorda a los galanteos, que ya vociferaba, como era costumbre, frases del condenado. ¡Señores, de a uno!, y de rodillas, las manos en forma de pequeños cuencos: "era tan bella que parecía pintada", "desde que lo conocía, no hacía más que pensar en las mujeres, eran lo único que le interesaba". Ninguno se hubiera permitido sonreír. Mientras, copista místico, buitre, adornando cara de contertulios con salpicaduras de sangre, saludablemente roja, que goteaba a cada compás de la conga infinita. *El libro de Llamazares que nos permitimos arrojar es El cielo de Madrid . Frases que nos ayudan a seguir viviendo Pedro Coiro: escritor, dibujante, guitarrista, cineasta y cocinero existencial "Si hay otra vida yo me voy a morir para las dos." Una señora huyendo de las II Jornadas de Creación Independiente del Tábano "¡Uy, yo me voy! Nunca había visto tanta prepotencia junta." "Yo a ellos les ayudo en todo lo que puedo, pero te confieso, nunca pude terminar una de sus revistas… porque mira que son espesos." Ismael, un amigo "Yo no creo en Dios, pero le pido a Dios que no ponga en mi vida a un tipo como Nelo" Nadia Yujnovsky, creyente ocasional

1 comentarios:

lucas dijo...

amigos de baco y morfeo, les hace así con la mano uno que apareció en el tabano una noche, con una valija sin ruedas y un litro de whisky.
el señor pedro coiro me presentó al grupo, y supe que iba a ser dificil olvidar sus caras.
por este medio, las palabras dictarán, otra vez, la musica a seguir.
desde ya, muchas gracias